Como no recordarlo, un 25 de mayo pero del año 2003, Néstor Kirchner
asumía la presidencia de la Nación, luego de una apretada elección y tan sólo con
el 22 % de los votos.
En el Congreso Nacional, en la jura, se lo podía ver jugar
con el bastón presidencial. Ella, acompañándolo disfrutaba y se reía.
En su discurso pronunciaba algunas ideas en las que su
gobierno se iba a fundamentar para atravesar la profunda crisis política, económica,
social. Principalmente, sabía que venía a proponer un a cambio: “el cambio es
el nombre del futuro”.
Entendía que el cambio traería sus consecuencias: “los argentinos
queremos lo mismo, aunque pensemos distinto”, sin embargo no dudaba en proponer
que “el respeto por la diversidad y el cumplimiento de objetivo comunes”
Al mismo tiempo afirmaba que nos debía quedar absolutamente claro,
que en la República Argentina, para poder tener futuro y para no repetir el
fracaso del pasado necesitábamos enfrentar con plenitud el desafío del cambio.
Ya sea por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión
política ésta era la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y
moral que demanda la hora.
Así, el sentaba las bases del proyecto Nacional y Popular, no
se equivocaba en pronosticar que de lo que se trataba es de cambiar
los paradigmas.
Cerraba el discurso proclamando: “vengo a proponerles un
sueño, quiero una Argentina unida, una Argentina normal, quiero que seamos un país
serio, pero además quiero un país más justo. Anhelo que por este camino se
levante por la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación”.
Como no recordarlo hoy, en Bariloche y por cadena nacional, en
su discurso a todos los argentinos por el aniversario 202º de la Revolución de Mayo,
justo en la celebración del día de la Patria, con todo lo que hizo y por lo que
falta por hacer.
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