Heredé la amistad de Macedonio Fernández de mi padre. Hicieron juntos la carrera de abogacía, y recuerdo, de chico, cuando volvimos de Europa, en 1920, que ahí estaba Macedonio, esperándonos en la dársena. De modo que ahí estaba mi patria.
Poca importancia a sus escritos.
Macedonio vivía pensando, una vez me dijo que escribía para ayudarse a pensar. Es decir, él no pensó nunca en publicar más allá que en vida salió un libro suyo, "Papeles de Recienvenido", pero eso se debe a una gran conspiración. Macedonio no tenía ningún interés en publicar, y no pensó en lectores tampoco.
De una pensión a otra.
Se mudaba de una pensión a otra. Eran siempre pensiones o del barrio de Tribunales o del barrio de Once, donde había nacido, y abandonaba allí sus escritos. Lo recriminábamos por eso pero nos contestaba con sincero asombro “¿pero ustedes creen que yo puedo pensar algo nuevo?. Tienen que saber que siempre pienso las mismas cosas, esté en la pensión de Misiones o en la de Jujuy.
Todo un privilegio.
Todo un privilegio.
Lo veíamos cada sábado en la confitería “La perla” y aunque vivía cerca de la casa, no usaba el privilegio, era mejor esperar cada semana para juntarnos. Con los amigos decíamos ¡qué suerte la nuestra!, haber nacido en la misma ciudad, en la misma época, en el mismo ambiente que Macedonio. Es lo que piensa, también, un hombre cuando se enamora ¿no?.
Un personaje difícil de comprender.
Es como un sabor o un color, si el uno no ha visto ese color o no ha percibido ese sabor, las definiciones son inútiles. En el caso de Macedonio el que no haya escuchado su voz, al leerlo, no puede retraer su palabra escrita a su palabra oral, lo encuentran confuso o incomprensible directamente.
Un tipo sin vanidad.
Macedonio hablaba cuatro o cinco veces a la medianoche de aquello sábados. De cada cosa que decía, atribuía, por cortesía, la palabra al interlocutor. De modo que empezaba siempre diciendo, siempre muy criollo para hablar, “vos habrás observado, sin duda...”; y luego una observación en la que el otro nunca había pensado.
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